El Silencio de Gustavo Gutiérrez

El Silencio de Gustavo Gutiérrez

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El Silencio de Gustavo Gutiérrez
« : Noviembre 14, 2016, 12:31:39 pm »

Por
Julio Oñate Martínez





Esto le permitió a Gustavo, en sus años de conquistador y parrandero, crear un promedio de tres a cuatro composiciones por año, que se vieron florecer en el marco de la plaza Alfonso López o en el camino agreste del Valle a Patillal y en los patios de Goya o de Petra Arias después de una serenata, o en las rondas por los callejones de las enamoradas, cuando sus sentidos versos eran alentados por sus fieles escuderos de la guitarra como Hugues Martínez, El Quinqui o Raúl Moncaleano, inolvidables voces del Trio Malanga. Tras asimilar la absurda desaparición de su primo Freddy Molina, después de un tiempo relativamente largo, Gustavo logró  reponerse y se dedicó, casi que exclusivamente, a privilegiar y dignificar a la mujer con cantos amorosos y hermosas melodías erigiéndose entonces como la máxima figura del Vallenato Romántico, alcanzando grandes logros en este campo, y el justo y merecido reconocimiento del pueblo colombiano siempre susceptible a los bonitos cantos que  han brotado de su alma. El paso inexorable de los años se va llevando muchos de nuestros seres queridos, y así, dolorosamente, Gustavo vio partir a sus más entrañables amigos de la bohemia vallenata, Jaime Molina y Poncho Cotes, Rafa Escalona, Andrés Becerra, y Pedro García, y aunque aún firmes en Valledupar, los hermanos Pavajeau por motivos de salud se fue en el año 1969 cuando Gustavo Gutiérrez ganó el primer concurso de la canción inédita en el Festival Vallenato con el paseo “Rumores de Viejas Voces” con el que, de manera premonitoria, exteriorizaba sus temores respecto a la invasión de música foránea que agresivamente se tomó los espacios de difusión en nuestro medio radial. Las altanerías de Rock and Roll de Bill Haley y sus Cometas, el amoroso encanto de las baladas de Palito Ortega, la nueva ola musical de la puertorriqueña Lucecita Benítez y la frenética salsa de Richie Ray y Bobby Cruz, causaron profunda preocupación en el Pericles Vallenato, al percibir estas influencias extrañas, cuando el acordeón de Colacho y los cantos de Escalona, Freddy Molina, Leandro Díaz y Los Playoneros del Cesar guardaban celosamente la tradición musical de los mayores.

Rumores de viejas voces de tu
ambiente regional
No se escucharan los goces de
tu sentido cantar
Ya se alejan las costumbres del
viejo Valledupar
No dejes que otros te cambien el
sentido musical.

Todo buen compositor cuando hace una melodía dibuja en el pentagrama do, re, mi, fa, sol, la, si, teniendo en su recorrido musical algunos años de mayor esplendor, cuando su estado anímico y los estímulos que recibe, lo llevan a ese estado del alma que es la composición. Han retirado del trajín parrandero, lo que ha producido en él un desgano creativo para seguir haciendo esos cantos sentimentales que, con devoción, guarda el cofre musical del vallenato. Pero no solo el fallecimiento de sus amigos ha producido en él un obstáculo para la creación musical, en el caso particular de las ciudad de Los Santos Reyes de Valledupar, factores como la violencia y la inseguridad han contribuido también a generar un estado traumático para el compositor. García Márquez decía que él escribía para que los amigos lo quisieran más. Gustavo, al hacer un canto, quizás esperaba la aprobación del maestro Escalona, o la felicitación de Colacho, o la celebración de los Pavajeau. Al no tener esos interlocutores ni las condiciones óptimas para componer, era inevitable perder el estímulo que en él producían los elogios y abrazos de esas encumbradas autoridades folclóricas. Aproximadamente 10 años han transcurrido desde que Gustavo decidió no componer más; actitud que es el reflejo de un acto de honestidad pues, al saber que seguramente no contribuiría con algo mejor de lo que ha hecho, guardar el silencio de su guitarra y de su acordeón piano es lo más leal con el folclor que lo consagró. El plan de salvaguarda recalca que si se pierde el ambiente que sirve de caldo de cultivo para la creación del vallenato autentico, como es principalmente la parranda, con sus historias, piquerías e improvisaciones, los efectos serán nocivos para nuestro folclor. Valledupar es hoy una ciudad con 500 mil habitantes que se ha llenado de luces, en ella podemos evidenciar la sentencia del colosal compositor mexicano José Alfredo Jiménez, en su canción “Las Ciudades”, cuando dice: “…las ciudades destruyen las costumbres”. Fue eso lo que presintió Gustavo Gutiérrez hace 50 años, oteando nuestro horizonte musical, lucidamente nos lo advirtió:

Ya se alejan las costumbres del
viejo Valledupar
No dejes que otros te cambien el
sentido musical.
Se dice que todas sus composiciones son de una abuela, la evidencia es que después de la muerte de su abuela, Escalona no volvió nunca más a componer algo que sirviera, la abuela le proporcionaba los temas y el tono y él se la chiflaba a su compadre poncho cotes