El baile de la pluma, en San Juan del Cesar

El baile de la pluma, en San Juan del Cesar

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El baile de la pluma, en San Juan del Cesar
« : Enero 27, 2017, 12:55:11 pm »



Por:
Julio Cesar Oñate Martínez


Es una característica del habla del Caribe utilizar el doble sentido, típica forma de ambigüedad presente en la picaresca que en la literatura de habla hispana tiene una larga tradición y es frecuente encontrarla en canciones que hacen alusión a las relaciones sexuales. Es este el truco que manejan las composiciones de José Ma Peñaranda, Dolcey Gutiérrez, muchas de Calixto Ochoa y, en una gambeta literaria, el maestro Isaac Carrillo. Ellos, en algunos ritmos caribeños principalmente en la guaracha cubana, tuvieron cercana influencia. Una de las facetas que nos muestran la versatilidad de Carrillo, el autor de “La Cañaguatera”, es la picaresca, la picardía y el buen humor presentes en obras como “El guajiro”,“La pluma” y “La sal de frutas”, que contrastan fuertemente con algunas de sus obras ricas y esplendidas en su contenido poético, como son “De flor en flor” y “De hinojos”. Respecto a su obra titulada “La pluma” encontramos un antecedente a comienzos de los años sesenta en “El baile de la pluma”, grabado por el conjunto “Variedades” un éxito de siempre de la música costeña que hace alusión a este pornográfico baile, famoso en aquel burdel que allá en la población de Zambrano (Bolívar) tenía un homosexual conocido como “El pato Rafael”. Lo bailaba un grupo de amigos, desnudos, con una pluma en el recto, y pagaba la cuenta quien la dejara caer. En idéntica forma en San Juan del Cesar (Guajira) lo bailaron en el negocio de “Gloria” un gay regordetico de origen antioqueño, un combo de perniciosos bebedores formado por Pedro Mora, Luis Salivón, José Canova, José el manco y Jairo Aragón. Aquello terminó en una tremenda gresca porque a Salivón se le dilató el esfínter bailando una vibrante guaracha de Aníbal Velásquez y dejo caer la pluma, negándose a pagar la cuenta con el argumento que a él le había tocado la más pequeña y delgada y estando en desventaja, debían repetir la faena.

Domingo Mora me dijo en Valledupar
Que allá en San Juan hay tanta sinvergüenza
Que han inventado un nuevo modo de bailar
Y que le dicen el baile de la pluma.
A mí me duele porque
yo soy sanjuanero
Dirán ustedes que lo
digo es con razón
Por eso voy a decirles
quienes son
Pa ve si así dejan de
bailar encueros.

Aquello era un pacto de caballeros, era cuestión de honor, que como la palabra del gallero era sagrada, pero Salivón se lo pasó por la faja proporcionando la trifulca y un escándalo enorme del que se percataron los vecinos quienes alertaron a Pedro Nel Mendoza, la primera autoridad en el pueblo quien los encalabozó y les quito cincuenta pesos de multa a cada uno. Para quienes bailaban la danza del “Ano apretao” era mucho más traumático que el pago de la cuenta, la burla y el escarnio de los amigos, que lo tildaban de “jopoflojo”, “sin estrías” o “que hacían agua por la popa”, quedando entonces su hombría bajo reserva. La práctica de este clandestino baile parece que surge en desenfrenos homosexuales como una forma de ejercicio con el “tubo de escape” que al lograr alcanzar mayor presión le dará ese prestigio que despierta envidias en la comuna gay. El episodio en Zambrano no tuvo la misma connotación pues, como puerto sobre el rio Magdalena, vivía un ambiente de mayor libertinaje con cantinas, burdeles y tráfico de aventureros, prostitutas y rebuscadores, en tanto que San Juan era un pueblo apacible de gente sana y mujeres rezanderas, donde el respeto y la moral siempre han tenido un verdadero fortín. Hasta donde se conoce en el contorno, nadie ha tenido la osadía de volver a bailar el baile de la pluma.
Se dice que todas sus composiciones son de una abuela, la evidencia es que después de la muerte de su abuela, Escalona no volvió nunca más a componer algo que sirviera, la abuela le proporcionaba los temas y el tono y él se la chiflaba a su compadre poncho cotes