DEMONIOS BRUJAS Y ESPANTOS EN EL VALLENATO

DEMONIOS BRUJAS Y ESPANTOS EN EL VALLENATO

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DEMONIOS BRUJAS Y ESPANTOS EN EL VALLENATO
« : Marzo 02, 2017, 04:43:37 am »

El ABC del Vallenato, de Julio Oñate Martínez

Necesariamente al iniciar este capítulo debo tocar el tema de Francisco el Hombre, cuya leyenda es tan antigua como todas las que nos transmitieron los españoles durante su conquista y la Colonia, las cuales han tenido una obligada incidencia en el aspecto cultura, musical y social.

José Guillermo Daniels, en su ensayo “En cada pueblo de Colombia, hay un Francisco el Hombre agazapado”, cita al escritor español Iñigo López de Mendoza (1398-1458), quien nos relata: “El duelo entre el trovador y el Demonio en el Camino a Calatraveño y que gano el poeta cuando dejo indefenso a Belcebú, quien no pudo contestar sus versos”. Además, en este trabajo el escritor Daniels abunda en episodios similares acaecidos en toda nuestra geografía y que “hoy convertidos en leyendas recogen de alguna manera una tradición que vino con los españoles y que nuestra gente la fue acomodando a sus intereses de regio, costumbres y folclor”.

Nuestros viejos juglares vivieron una época propicia para la imaginación supersticiosa. No había luz eléctrica y el transporte era difícil: generalmente era a pie o en bestias por oscuros y solitarios caminos; en ellos se encontraba el vuelo o el canto de un ave nocturna, la sombra de una ramazón movida por el viento, los susuros de la brisa nocturna, los ruidos de ciertos animales de actividades noctambulas y finalmente la picardía de siempre, los aprovechadores de las sombras de la noche para sus actividades furtivas.

Todos los anteriores factores contribuían positivamente a la creación de historias fantásticas emparentadas con las que la imaginación popular ha ido constituyendo desde que existe el miedo. Quizás el más antiguo de estos pasajes lo cita Tomas Darío Gutiérrez en su obra Cultura Vallenata, cuando nos refiere que un juglar de la primera generación, de nombre Andrés Montufar, murió en medio de una gran agonía producida por fuertes dolores derivados de la maldición que sobre el lanzo una hechicera del pueblo de Los Venados (Cesar), donde el residía, por un verso ofensivo del hacia las mujeres del pueblo.

Algunos de estos episodios tuvieron la suerte de llegar a una grabación fonográfica, para quedar como testimonio de lo que hemos venido tratando. Es así como a comienzos de los cuarenta José Barros compone, inicialmente en tiempo de porro, una pieza que es un verdadero clásico de este curioso género en todos los ambientes de nuestro territorio: “La llorona loca”, pieza que más de 50 años después Los Hermanos Zuleta revivieron con éxito en aire de paseo.

En los comienzos de los cincuenta un gran conjunto, Los Vallenatos del Magdalena, con inspiración de Robertico Román, vocalista líder, en grabación hecha para la etiqueta Popular de Discos Atlantic, dieron a conocer el paseo “El muerto de Fundación”, autentico hit de aquellos tiempos:

Me lo dijo Juan Velásquez
Yo no voy al otro lado
En el pueblo e Fundación
Había un muerto sudao
Mira que muerto tan misterioso
Mira que muerto tan espantoso
Me lo dijo Romancito
Y lo puedo asegurar
Yo no voy a Fundación
Porque me puede pasar
Mira que muerto tan misterioso
Mira que muerto tan espantoso
Lo que digo es lo que pasa
Escuchen amigos míos
Yo no voy a Fundación
Porque me pasa lo mismo
Mira que muerto tan misterioso
Mira que muerto tan espantoso

A finales de los cincuenta Luis Enrique Martínez graba el paseo “El abusajo” en el que relata la historia de un espanto que hacia las suyas en la población de Bomba (Magdalena) en las noches oscuras:

Allá en Bomba cuando la noche esta oscura
Nadie sale a la calle y el que sale es con recelo
Hay un abusajo que mide una gran altura
Y todos le temen por que no pisa en el suelo
A Ernestina Torrija ayer temprano
La dejo casi sin vida el abusajo
El abusajo le zafo un brazo a Ernestina
Y cuando ve luz de foco enseguida desaparece
La gente dice que esta es una muerta viva
Porque la han seguido y ya saben donde se mete
Tan solo el primo Alejo es el que sabe
Quien es el abusajo y a que sale
El abusajo sale vestido de blanco
No tiene figura por eso le tienen miedo
La gente dice que busca a Pacho Barranco
Pa que le rece tres avemarías y un credo
Y dicen que la muerta anda buscando
A un vivo que allá adelante la está esperando

Como dice la letra anterior, “El Pollo Vallenato” dejaba en claro que “tan solo el primo Alejo es el que sabe quién es el abusajo y a que sale”. El personaje referido era Alejandro Osorio, quien en ese entonces era agente del Resguardo Nacional de Rentas y que en los turnos en que le tocaba trabajar de noche, a la salida del pueblo se daba cuenta de una extraña actividad, parece ser de un caso infidelidad conyugal.

Un par de años más tarde algo similar ocurre en la población de Chivolo (Magdalena) y es el mismo Luis Enrique Martínez para el sello Tropical quien plasma en un simpático paseo “El aparato de Chivolo”, el tema en cuestión:

Este mensaje es la noticia para todos
Por eso quiero que me pongan atención
Para contarles de un aparato en Chivolo
Que siempre sale en la calle de Rincón
El comentario me lo ha contado Castro
Él se ha fijado después que apagan la planta
Me dice Lucho que raro es ese aparato
Que por la noche sale buscando muchachas
Muchachas chivoleras anden con cuidadito
Que el aparato llega buscando el rinconcito
Muchachas chivoleras anden con precaución
Que el aparato llega buscando el rincón
Atropinita de lejos lo pudo ver
El aparato cuando la siente se esconde
El de Bomba dicen que era una mujer
El de Chivolo ella asegura que es un hombre
Me dice Castro que eso no es cosa de muerto
Que el lo ha encontrado por esa calle dos veces
Aúllan los perros porque el infunde respeto
Aunque se oculte ya saben dónde se mete
Muchachas chivoleras anden con cuidadito
Que el aparato llega buscando el rinconcito
Muchachas chivoleras anden con precaución
Que el aparato llega buscando el rincón

En este texto, como ya se pudo ver, la única diferencia con el abusajo de Bomba es el sexo del protagonista: allá mujer y en Chivolo un hombre; pero en ambas situaciones persiguen fines parecidos.

Los personajes citados por Luis Enrique eran Rafael de Castro, parrandero de tiempo completo, gran amigo del juglar, quien fue el que le hizo el comentario y Lucho Aguilar, el encargado de apagar y prender la planta que suministraba luz al pueblo.

Sigue pasando el tiempo y el siguiente pasaje también corresponde a Luis Enrique Martínez, quien, es necesario anotarlo, ha sido el compositor y cantante que más se ocupó de estos asuntos extraños, con una totalidad de cuatro temas al respecto. Así, un poco después de “El aparato de Chivolo”, graba un tema que el título “La bruja”:

Este año me caso yo
De lo que no tiene duda
Ando buscando una viuda
Porque la mía me dejo (Bis)
En La Jagua hay una viuda
Que me llama la atención
Y se está metiendo a bruja
Pa jugarme una traición (Bis)
Pero si se mete a bruja
Quizás no juega conmigo
Primero voy donde el indio
Para ver si me asegura

La letra por si sola revela la historia, siendo quizás lo más importante de la misma la cita de algo que tiene un mérito especial en esta temática, puesto que se trata de las llamadas “a seguranzas”, una especie de antídoto contra las acechanzas malignas, cuando “El pollo vallenato” dice: “pero si se mete a bruja quizás no juega conmigo primero voy donde el indio para ver si me asegura”.

El famoso indio aquí citado no es otro que el recordado indio Jerónimo, personaje considerado como la máxima autoridad en la materia, que vivía en Caracolí, Sabana Manuela, corregimiento de San Juan del Cesar y a quien se recurría en casos de hechicería y también para curar enfermedades extrañas, supuestamente provenientes de algunas malas influencias.

El cuarto tema de Luis Enrique Martínez, en el que participa solamente como interprete, corresponde a la autoría de Sebastián Ospino Viloria, un viejo acordeonero de El Difícil (Magdalena), quien compuso el tema
“La Mariposa”:
Señores a mí me salió una cosa
Una cosa muy amenazante
La sombra de una mariposa
Pa asustarme que flequeteaba adelante
La mariposa no la pude ver
Solamente la sombra le veía
Mis amigos ahora si estoy por creer
Que son cosas de pura brujería
Y Juancho como es un hombre cumplido
El me pregunto para saber
Y él me dijo esa es una mujer
Que hace tiempo quiere jugar contigo
Compadre yo no estoy bien convencido
De lo que esa noche me sucedió
Pero mañana yo voy donde el indio
A que me diga que es lo que tengo yo

Aquí tenemos una nueva cita para el indio Jerónimo, que no hace sino corrobar lo que antes comente. El otro personaje citado en este paseo, grabado a comienzos de los sesenta para Discos Tropical, es Juan Madrid, famoso Guitarrista, compañero de andanzas de Luis Enrique Martínez.

El viejo Emiliano Zuleta compone también un tema titulado “La bruja”, el cual fue grabado para el sello Carrizal allá por 1962 por Colacho Mendoza:
En la sierra en la sierra hay una bruja
Óiganlo señores que no me deja dormí
Si me sigue si me sigue molestando
Si me sigue molestando me voy pa Caracolí
Si esa bruja me persigue me la quito
Parrandeando por la calle Emilianito
Si esa bruja me persigue me la quito yo
Parrandeando por la calle si señor como no
Mañana me voy pa Caracolí
A donde el indio a decirle que me asegure
Eso me eso me parece a mí
Eso me parece a mí que esas son cosas de Pule

Aquí nos relata el viejo Emiliano las tribulaciones en torno a una bruja y se produce nuevamente la mención del famoso curandero, el indio Jerónimo, a quien como se puede leer pensaba acudir en busca de remedio. El personaje de “La Pule” (“son cosas de Pule”) fue uno de los tantos amores del compositor de quien, por cosas de su vida disipada y parrandera, el pensó que le había hecho objeto de un maleficio. A la Pule, el viejo Emiliano tuvo que llevarla donde el indio para que la curara una picadura del mortal “Pito”, insecto que causa muchas defunciones pues su picadura carcomía la piel hasta acabar con la vida del afectado. Ósea que, irónicamente, quien se suponía que había hecho el mal termino siendo la persona que fue a recibir los beneficios del ya tantas veces citado indio Jerónimo.

Por la misma época, comienzos de los sesenta, el maestro Alejandro Duran lleva al disco una composición de su autoría titulada “El perro negro”:
En Planeta un perro negro
Tiene a la gente asustada
El recorre todo el pueblo
Se esconde en la Inmaculada
Por eso yo salir no quiero
Por miedo que le tengo al perro
El maldito perro negro
Dicen que es visión maligna
Disque vive persiguiendo
Es a Lucio Paternina
Por eso
Yo salir no quiero
Es miedo
Que le tengo al perro

La Inmaculada es un barrio de Planeta Rica. En dicho barrio tenía una pequeña finca Lucio Paternina, parrandero y gran amigo de Alejo, de quien se comenta que tenía pacto con el diablo y entonces se atribuía que el Señor de las Tinieblas, convertido en un horripilante perro negro, iba a visitar a su discípulo y amigo Lucio Paternina. De ahí la mención a que nos referimos. Dice la gente que todavía, pese a los años transcurridos, por los lados de la Inmaculada, allá en Planeta Rica, merodea el perro negro.

“Los Guayacanes” es otra pieza sobre esta temática producida también en el primer lustro de la década de los sesenta. Es de la autoría de Rafael Throne y su grabación fue hecha para el sello Carrizal por el mismo autor, con acompañamiento de guitarras:
Todo el mundo está asustado
Porque allá en los Guayacanes
Un hombre muy alto sale
Y a varios ha correteado
Juancho dice que lo vieron
Bajo un palo de cereza
Fue tan grande la sorpresa
Que corriendo se vinieron
No voy a perder mi rato
Y por eso no me sale
Ese maldito aparato
Que sale en Los Guayacanes
Dicen que es un avispado
El que sale por allí
Quiere robarse el maíz
Y anda siempre disfrazado
Tiene la mano pelua
Muy grande tiene la cara
Además la tiene hoyua
Esa es una cosa rara
No voy a perder mi rato
Y por eso no me sale
Ese maldito aparato
Que sale en los guayacanes

“Los Guayacanes” sigue siendo una finca ubicada en Concordia (Magdalena), un pueblo también conocido en épocas pasadas como Mal Abrigo, Allí tenía un cultivo de maíz Julito Ortega, quien fue la persona que inicialmente vio al “aparato”, que además se le apareció a Nicolás Thorne, un primo del autor y al en ese entonces joven Juancho Castro; todos coincida en que el “aparato” sobresalía por encima del maíz estando este ya espigado, lo que hace presumir que media más de dos metros y que desplazándose al llegar a la cerca, sin brincar ni agacharse, pasaba a través de ella.

Julio Erazo hace su aporte también a esta tradición con el tema “La bruja de Chimichagua”, grabado en Discos Tropical por el autor y su conjunto en la década de los sesenta:

Yo salí yo Salí de Chimichagua
Por la vía que conduce a Fundación
En el camino muy cerquita me encontré
Una viejita que causaba admiración
Oiga compadre cosa maluca
La que vo vi en esa madruga’
Todavía yo estoy temblando
Y el susto no se me va a pasa’
Cuidadito con la bruja ‘e Chimichagua
Compadrito porque te da con la majagua
Yo le vi por su cara que era bruja
Por su nariz de piquito de cotorra
Y unos dientes que parecían de aguja
Y unos ojitos que parecían de zorra
Oiga compadre cosa maluca
La que yo vi en esa madruga’
Todavía estoy temblando
Y el susto no se me va a pasa’
Cuidadito con la bruja ‘e Chimichagua
Compadrito porque te da con la majagua

El autor de la pieza relata la experiencia
Aterradora en un viaje que realizo de Chimichanga para Fundación. La majagua a la que alude es una especia de garrote derivado de cierta madera antigua.

“La bruja de Guaranda” continua esta exótica galería. La compuso Julio de la Ossa hacia finales de los sesenta y la grabo con su conjunto en el sello Tropical:
Una noche tan oscura
Que yo tenía una parranda
Y me persiguió una bruja
En el pueblo de Guaranda
La bruja me perseguía
Y yo no le pude hablar
Y del miedo le corría
Pa no dejarme alcanzar
Yo corrí pa la Alcaldía
Porque pa mí es un amparo
Fui a buscar un policía
Y la bruja no la encontramos
Cuando el policía corrió
Borracho se iba cayendo
La bruja tierra le echo
Pa que no saliera huyendo
Aquí lo simpático del caso, en medio del explicable susto del autor, es que al buscar a un agente de la autoridad para que lo protegiera de la bruja que le había salido, el policía, borracho como estaba, se cayó y termino siendo la victima inesperada del espanto que le echo tierra en los ojos.

El talentoso Calixto Ochoa produjo en los sesenta para el sello Fuentes un paseo titulado “El muerto borracho” que grabo con Los Corraleros de Majagual:
En la esquina ‘e la calle Serra
Sale un muerto, pero borracho
Él le pide un beso a las hembras
Y a los hombres les pide un trago
Vean que muerto tan misterioso
Que en el mundo nunca se ha visto
Porque en vez de pedir responso
Lo que pide es ron y besito
Una vez estando en Santurce
A las doce ‘e la noche en punto
En la esquina ‘e la calle Serra
Me ha pedido un trago el difunto
Me pare en el medio ‘e la calle
A rezarle un padre nuestro
Y el descaro que tuvo el muerto
Preguntarme donde era el baile

Aunque este episodio ocurrió en Sincelejo a comienzos de los sesenta, en la grabación el escenario es la Isla de Puerto Rico, ya que por insinuación de don Antonio Fuentes, propietario del sello disquero, se realizó esta adaptación con la esperanza de que el tema impactara, en suelo borincano. En su texto resalta la picaresca de Calixto, cuando le asigna unas intenciones totalmente diferentes a su espanto y hace suponer que el pasaje existió solamente en la imaginación del gran Calixto, especialmente por la parte donde le reza un padre nuestro y el muerto descarado le pregunta “donde es el baile”. Pero fue un gran éxito bailable en su momento.

El maestro Calixto Ochoa, además del tema anterior, con su jocosidad característica para enfrentar cualquier situación, nos relata un momento de zozobra que vivió una noche, cuando acudía a una cita, que, aun cuando él no define en su texto, es de suponer que dada su fama de gavilán conquistador debió tratarse de un asunto de faldas.

El tema se llama “El susto” y fue grabado para la etiqueta Fuentes N. 0801 en 78 rpm. Su letra dice:
Una noche yo Salí había un asunto pendiente
Y donde tenía la cita me salió fue un aparato
Se lanzaba sobre mí me pelaba los dientes
Me decía con su voz ñata: “Aunque corras yo te alcanzo”
Yo Salí corriendo corría y entre más corría
Venia el aparato y más cerquita lo sentía
Yo Salí corriendo, pero si entre más corría
Venia el aparato y más cerquita lo veía
En el fondo de la carrera a mí me cayó un temblor
Tan grande como era el susto y no encontré ni una persona
Les juro que en el momento zumbaba mi corazón
Como el motor de un tractor cuando va subiendo loma
Hasta las gallinas de la casa se volaron
Porque mis talones sonaban como disparos
Dice el viejo Luis que fue el que me salió a alcanzar
Que ya mi nariz me zumbaba como un huracán

Otra muestra representativa de este tema lo constituye “La muerta viva”, una composición de José Vicente Munive grabada a finales de los sesenta por Los Playoneros del Cesar, en el LP Vallenato mi vallenato, vocalizada por Rafael Sánchez, el popular “Guicho” en el sello Fuentes LP 300498:

Allá en La Mina está saliendo un aparato
Esta muy alarmada todita la vecindad
Es una muerta que viste de medio paso
Y antes que a mí me salga le voy voy a manda a reza’
La muerta sale bajo un palo de quebracho
Según dice la gente de las doce en adelante
Es esa muerta vestida de medio paso
Que cuando va corriendo le toca de arregazarse
Y me dijo Alcitiro el de Quincho
Que no es nervioso y paso su susto
Que el vio que un hombre bajito
El que tenía la muerta a su gusto
Según la muerta como que murió pa arriba
A mí me cuenta Quincho porque él se la tropezó
El Tuto dice que esa es una muerta viva
Porque él se fue a una visita y sabe dónde se metió
Seguramente que a la finada
No le han mandado a decir la misa
Como pa descanso del alma
Ella corre si lo necesita

La Mina es un corregimiento de Valledupar que sirvió como escenario al fantasma de turno. Los personajes mencionados son personas comunes y corrientes, habitantes del pueblo que se encargaron de difundir el respectivo relato y de paso, darle lo que al su criterio era la explicación del fenómeno: otro de esos tantos romances furtivos que se escondieron en el manto del temor que la gente sana de aquellos tiempos sentía por lo sobrenatural.

Juancho Polo Valencia realizo uno de los temas vendedores en este género: “El duende”, el bailado paseaito que grabo con su conjunto para la etiqueta Fuentes media dada la década de los sesenta, pero que había sido creado por su autor muchísimo antes, a raíz de su experiencia con un personaje de esa galería de lo insólito:

Yo cargo un duende
Que me persigue
Y es que no duerme
Quiero decirle
Yo cargo un duende
Duende maligno
Ese no duerme
Ni me da el camino
Yo cargo un duende
Duende ladrón
Y ese no duerme
Con mi acordeón
Yo cargo un duende
Duende maleante
Ese no duerme
Quiere que le cante

En esta letra se puede leer entre líneas que aquí, más que de un espanto visual, se trata de una idea interna, un fantasma mental, alguna obsesión que torturaba el autor en diferentes momentos de su existencia.

Se dice que todas sus composiciones son de una abuela, la evidencia es que después de la muerte de su abuela, Escalona no volvió nunca más a componer algo que sirviera, la abuela le proporcionaba los temas y el tono y él se la chiflaba a su compadre poncho cotes