Biografía de Luis Eduardo Yepes (Lucho Yepes)

Biografía de Luis Eduardo Yepes (Lucho Yepes)

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Biografía de Luis Eduardo Yepes (Lucho Yepes)
« : Agosto 10, 2017, 03:55:16 pm »



Creo que ningún otro cantante tuvo tan grande éxito, tanto en la música parrandera como en la música de orquestas al mismo tiempo; porque si fue grande el éxito de Lucho Yepes en la parran­dera, lo fue más con orquestas como las de Edmundo Arias, To­más Burbano, LOS CABALLEROS DEL RITMO o LA ITALIAN JAZZ.

Lucho Yepes, es un hombre cívico y muy querido en su ba­rrio, pero también es sumamente estimado por todos sus antiguos compañeros musicales; anteriormente parrandero, mujeriego y bebedor, hoy Lucho Yepes es un hombre de bien, dedicado a Dios y a su hogar, profundo creyente y que tiene el convencimiento de que ahora sí encontró el camino que todos de alguna mane­ra buscamos.

Cuando hablé —telefónicamente— por primera vez con Lucho Yepes, inmediatamente se interesó por mi proyecto y al día siguiente, en una forma muy cumplida, me estaba esperando en las oficinas de SAYCO en Medellín; y cuando este hombre lo saluda a uno, inmediatamente se adivina la paz de su alma; y una de las cosas que más me gustó, fue esta frase:

—Ni los aplausos de antes, ni los triunfos de las orquestas en bailes, estaderos, y grandes salones, me dieron la inmensa ale­gría que ahora siento cuando le canto a DIOS.... DIOS es mi señor.

Y en medio de toda esta alegría espiritual que Lucho conta­gia, esto tuvo para contarme:

"Nací en el barrio Campo Valdés de la ciudad de Medellín, el 13 de octubre de 1934; soy padre de cinco mujeres y dos hombres, tengo 13 nietos, de los cuales uno de ellos Juan Fernan­do Pulgarín Yepes, juega con el número 2 en la categoría de as­censo del club Atlético Nacional.

Me gusta ser hombre cívico, y he sido Presidente del barrio El Socorro (San Javier, América), Presidente de la Defensa Ci­vil, Presidente de la Asociación de Padres de Familia del Liceo Femenino Lola González, y también Presidente del Sindicato de Músicos y Cantantes de Antioquia; he sido delegado por Antioquia a la Asamblea de SAYCO en Bogotá en varias oportunidades, y he sido ponente de proyectos valiosos para los compositores, como fue pedir que todos tuvieran Seguro Social.

Mis primeras grabaciones fueron en el sello Zeida de Codiscos en el año 1954, y en 1957 grabé para Silver acompa­ñado de mi conjunto; y en ese mismo año contraté con discos Ondina unas grabaciones en cooperativa, y me pagaban, por dis­co 40 centavos y 10 por ser el autor, total 50 centavos por disco de 45 R.P.M. vendido; sobra decir que casi todas mis grabacio­nes son propiedad autenticada, pues yo pagaba los músicos. Tam­bién fui técnico de grabación y director artístico durante 10 años en la misma empresa, Ondina; allí, yo tenía varios sueldos, pues trabajaba de día y de noche, y en total estuve en esta fábrica 25 años.

Me llamaban 'El Tiburón', porque tenía muchas mujeres, y en ese tiempo grabé el porro titulado así, con la orquesta de éxito, LA ITALIAN JAZZ; hice grabaciones con agrupaciones como: ORQUESTA DE GUILLERMO GONZÁLEZ, ORQUESTA DE EDMUNDO ARIAS, LA SONORA DEL CARIBE, ORQUES­TA DE TOMÁS BURBANO, Fabio Páramo, FRUKO Y SU ORQUESTA y LOS BESTIALES.

Algunas canciones de mi autoría son: ME FASCINAS, AMI­GOS DE LA PARRANDA, MI PREFERIDA, SALIÓ EL PRE­SO, etc.

Tengo un sello disquero llamado Discos Lucho, pero hace algún tiempo no programo nuevas canciones, porque ya estoy dedicado al SEÑOR JESUCRISTO y al amor de mis hermanos de este mundo, por los que quiero trabajar hasta morir, y así me paguen mal, yo les perdono.

Artistas que han grabado mis composiciones son, Nelson Henríquez, Gustavo Quintero, José Muñoz, Joaquín Bedoya, Agustín Bedoya, Rómulo Caicedo, LAS INDIANAS, LAS TRIGUEÑITAS, Pedro Mejía, Ernesto Castañeda, Rafa Rodríguez, el Romancero, el Profesor Numar, Gabriel Raymon, el Relicario, Vicente Muñoz, Luis León, Débora y Lucha, LOS TROVADO­RES DEL RECUERDO, Félix Ramírez, LOS DIABLOS, Octavio Mesa, LOS TROVADORES DEL CAMPO, Florencio Zambrano, Luis Carlos Jaramillo, Gildardo Montoya, Paula Andrea Yepes y Darío Gómez.

Tengo más de 5 años como simpatizante del Evangelio, y ya soy consciente de que ninguna iglesia salva y que sólo CRISTO Nuestro Señor es el camino, la verdad y la vida.

Antes que yo, en mi familia no hubo músicos, y solamente en el último decenio una hija mía—Paula Andrea—, resultó cantan­do, y con ella me he dado el gusto de presentarme en festivales, en pueblos como Santo Domingo, San Jerónimo, en muchas partes y en el festival parrandero de Bello en el anterior diciembre; así que yo creo que mi vena artística es un don que Dios me dio, y me siento ahora más contento, porque cuando canto en la igle­sia—pues yo me di cuenta que estaba errado y caminando torci­do, y cambié hacia el Creador, porque el Creador es quien nos da todo—, veo el entusiasmo y la alegría de la gente, y esto me llena; yo era uno que cantaba música vulgar y la música mía era la más vulgar que había, y con eso ganaba público, yo tenía público hasta en Ipiales, yo iba a Pasto, Popayán, Villavicencio y mis dis­cos se vendían como arroz, solamente porque eran vulgares; todo mundo me piratiaba esos discos, porque se vendían mucho, y todos decían que eso había que aprovecharlo, y una casa disquera que prensaba mis discos me dijo, cuando en forma pirata estaban haciendo las grabaciones mías:

—Si usted no se aguanta, entonces no hacemos las que le corresponden a usted.

—   ¡Pero si estas composiciones son mías!
—   
—Bueno, pero sino se aguanta no le hacemos las suyas.

Y así chantajiado y todo, me di cuenta de que la música grosera, como es una cosa creada para el Demonio, todo el mun­do aprovecha; y lo mal habido, mal termina; entonces me dije:

—No vuelvo a componer de esta música.

Y me dediqué a componer música buena.... sana.

Yo tengo más de 3.600 obras grabadas por gran cantidad de artistas; pero cantando yo, serán 800 o 900 canciones; la música que me está produciendo satisfacción espiritual, es la mú­sica que le estoy cantando a mi Creador, y cuando yo canto en los días especiales de la iglesia —puede ser a palo seco—, la gente es la locura, porque sienten el amor de DIOS, porque no hay cosa más hermosa que cantarle a quien nos dio la vida; ¡y ahora que me siento tan bien!, pienso:

—Yo para qué plata; si me muero la tengo que dejar, no me la puedo llevar; entonces para qué plata, si ya tengo el camino que me da alegría y satisfacción.

A mí antes, con mis discos, me llovía el billete; ahora no gano mucho, pero tengo una inmensa satisfacción.

Yo estudié en la Escuela Córdoba, donde hice la primaria; pero un día subía yo de trabajar zapatería —yo soy zapatero—, pues tenía mi taller en Buenos Aires, cuando veo y oigo un trío, dos guitarras y un muchacho con una guacharaca tocando música de Buitrago, y a mí siempre me gustó la música de Guillermo Buitrago, y también la cantaba; seguí escuchándolos frecuente­mente y un día se enfermó el de la guacharaca, entonces me dijeron:

—Éntrese hombe —porque yo los escuchaba era por la ven­tana.

—   ¿Y el otro muchacho?, el que canta, ¿dónde está?

—   ¿Rodrigo?, se enfermó.

Yo me puse a acompañarlos con la guacharaca y me dijeron:

—   ¡Ah no!, es que usté también toca, ¿por qué no cantas a ver?
—   
Yo me sabía todas las canciones que ellos interpretaban; me escucharon y al unísono afirmaron,

—   ¡No!, este es el hombre que nosotros necesitamos aquí; este canta mejor que nosotros.

Y preciso, nos cuadramos ahí; y cuando volvió el mucha­cho, se dio cuenta de que no me podía banquiar porque no daba la medida; empezaron bastantes contratos, además yo tocaba los bongoes, y animamos parrandas en todos los barrios de Medellín con el nombre de LOS CHINVENGÜENCHONES.

Un día llegó un muchachito chiquito, cabezón como yo, me dijeron que tocaba guitarra y me lo presentaron:
—Me llamo Leonel Ospina.

—   ¿Toca la guitarra?

Y empieza ese hombre a hacer unos punteos hermosísimos, ¡qué agilidad!, ¡qué dedos!, ¡qué velocidad!, dones que DIOS le da a uno, y este muchachito puntiaba mejor que cualquier mayor; y yo le decía:

—Puntiame tal cosa.

Y lo hacía mejor que'l disco; le dimos chance al pelao, mon­tamos repertorio y nos fuimos a 'demostrar' a Codiscos, que en ese tiempo llamaba Zeida y quedaba aquí en la carrera Junín; mostramos muchos números fríos, y nos dice David Ocampo, quien era el director artístico:

—   ¿Y no tienen música caliente?

Entonces yo canté un numerito que tenía, acompañado de mi guacharaca y de Leonel, y eso fue la sensación, y de inmediato me dijeron:

—Esto es lo que necesitamos, ¿qué más números tiene hombe?, le vamos hacer un contrato por 5 años.

Entonces yo me puse muy contento, y recuerdo que lo pri­mero fueron dos temas míos, EL CERO - CERO y DAME UN BESITO MI NEGRA.... de esta manera comencé en Codiscos.

Después me invitaron a discos Silver, que lo dirigía Lucho Bermúdez, y como yo conocía esa orquesta, yo me 'lambía' por cantar con él; llevé un tema que le gustó mucho, EL GUSANO, que lo grabó con su orquesta e incluso a mí me puso EL GU­SANO.

Luego me llamaron de Ondina, donde era director artístico Jairo Rincón, quien me dijo:

—   ¿Por qué no grabas con nosotros a cooperativa?

A cooperativa, era que yo ponía los músicos y la fábrica me pagaba por disco vendido, tal como dije antes; ellos vendían el discos por 2 pesos con 50 centavos, y a mí me tocaban los 50 centavos; en ese tiempo grabamos una pieza titulada CHUBACHE PECH, que se la hicimos a Montecristo y otra fue LA CAMA VIEJA, que era de esos temas horribles que yo sabía hacer, y con ellos gané mucha plata.
Después le metimos un acordeón al conjunto y grabamos con Fabio Torres, EL LOCO ROCK And ROLL, QUÉ HUMANIDAD, que fueron palos y ahí hago coros y toco guacharaca, porque ese era mi conjunto.

Yo grabé mi primer disco cuando tenía 18 años, que fue aquel de Codiscos.

Un día me invitaron a un festival al barrio La Loma, y antes de cantar me puse a bailar con una muchacha muy bonita, y yo estaba bailando así apretaíto, cuando veo un tipo manotiando y todo bravo; yo pensé que estaba bravo porque yo bailaba muy amacizado con la reina del festival, entonces la separé un poquito, pero me volvió el alma al cuerpo cuando me dijo:

—Vea hermano, aquí la gente no vino a verlo bailar, sino a oírlo cantar.

Como mi cooperativa se vendía mucho, que entre otras co­sas, actualmente la están piratiando y los hemos llevado a juzgados y no pagan, se roban los derechos de autor y las grabaciones que son mías; entonces como mi cooperativa se vendía mucho, yo cantaba música guasca y Edmundo Arias me oyó cantar, lo mismo Guillermo González el de la ITALIAN JAZZ, quien me dijo un día:

—Lucho, ¿por qué no le haces un tema a este arreglo que tengo aquí?

Tenían ya montado EL TIBURÓN, que sonaba muy bonito, porque entre otras cosas ese Jaime era muy malicioso pa'l so­nido.

—Necesitamos un tema pa'la costa, pues ya casi comienzan los carnavales.

Entonces a mí se me vino la idea de EL TIBURÓN, lo gra­bamos, y el número quedó muy bueno; en la ITALIAN JAZZ figuraban músicos como Miguelito Ospino, que era un trompetista de otro mundo....y muchos otros todos muy buenos.

Yo grabé a dúo con Félix Mercado, y a trío con Bobby Ruiz y Bobby Garzón; después me dijeron:

—Necesitamos un tema pa' Cali.

Y entonces hicimos con la orquesta de Tomás Burbano, RICA LA CAÑA:

Rica la caña, rica la miel
 como tus labios linda mujer
como tus labios linda mujer....

La orquesta en realidad se llamaba LOS CABALLEROS DEL RITMO, donde figuraba Miguelito Ospino, Ramón Paniagua en el clarinete y otros que no recuerdo; y no era orquesta de grabación, pues se presentaba en el Club Miraflores, en El Bos­que, el Cerro Nutibara, y era un grupo muy querido por la gente; y es que LOS CABALLEROS DEL RITMO tenían muchos ele­mentos de LA BANDA PANIAGUA, la de La Loma.

En aquel tiempo los dos cantantes que más vendíamos, éra­mos Rómulo Caicedo y mi persona; y recuerdo que un día Rubén Darío Gómez, pasó por aquí por Medellín puntiando La Vuelta a Colombia, y me dije:

—Este muchacho va a ganar la carrera. Y compuse:

Se llama Rubén Darío Gómez nuestro campeón
y Colombia felicita esta gran revelación
su título conquistó con vehemencia y poderío....

Rómulo Caicedo me la escuchó y me dijo: —Hombe, yo canto ese tema.

Lo grabó, lo lanzaron pa' Pereira y eso se vendió por toneladas, y eso que todavía faltaban varias etapas pa' que Rubén Darío ganara; Rómulo Caicedo a mí me grabó 35 números.

Félix Mercado era un muchacho gordito él, barranquillero.

Edmundo Arias era todo un señor, era una maravilla, la íba­mos muy bien, y pa' todo él me llamaba.

Joaquín y Agustín Bedoya me han grabado temas; y Germán Rengifo me grabó una canción llamada DE HOY EN ADELAN­TE y con las regalías de este disco, hice mi primera casita; esta rabación fue hecha en mi propio sello, Lucho, que en ese tiempo se llamaba Gol, y tenía de emblema una portería de fútbol.

Estoy apegao a Jesucristo, estoy tragao de ese gran perso­naje, y creo que en la vida perdí mucho tiempo y oportunidad de haberle llevao mensaje a la gente, pues Jesús es el único amigo que hay, que perdona, que no traiciona, yo en un tiempo me dedi­qué al licor, a las mujeres, a las parrandas, a la música vulgar, y yo con la música vulgar levanté toda mi familia, pero creo que perdí todo aquel espacio de tiempo.
En el bar Canadá, me amanecía jugando billar con José A. B edoya, quien era muy buen billarista, pero se le salía la trompa cuando no hacía carambolas.

Luis Carlos Jaramillo fue una llave mía, me grabó muchos temas; incluso yo he querido que los músicos nos unamos para que todas estas personas relacionadas con el medio, que estén en condiciones económicas deficientes, tengan un futuro, que no ten­gan qué depender de nadie, que tengan un subsidio, como Luis Carlos, como Leonel; esto lo he solicitado al Gobierno, a SAYCO.... y yo sé que se va a cumplir, porque es que nosotros los viejos ya trabajamos, ya dejamos la música para que otros la canten; y aquí todos estamos olvidados por las fabricas de discos y por las emisoras que solo pasan música extranjera.

A mí me ha gustado toda la música de Colombia, el bambuco, el pasillo, el porro, la cumbia, todo lo nuestro, y yo me pongo a pensar:

—   ¿Cómo es posible que esta música en nuestra Colombia, donde la sabemos hacer, donde la sabemos construir, no le paran bolas?; y en cambio en otras partes del mundo, se mueren por ella.

Una hija que tengo en Estados Unidos, me dice que allá la música nuestra es un furor; pero aquí las fábricas dicen que los discos no se venden, cuando todos sabemos que ellos hacen in­tercambios de cintas con empresas internacionales, pero al músi­co colombiano no le dan un peso; lo cierto del caso es que yo seguiré pidiendo a gritos, que el artista debe tener un apoyo del Gobierno, de las casas disqueras, de las emisoras, de la televi­sión, pues el artista viejo se merece algo, ya trabajó y ya se mató haciendo música.... y no merece morir como un perro.... y yo sé que algún día nos van a escuchar. Quisiera que algún día aquí en Antioquia, se hiciera en un estadio el festival del artista viejo, así como lo hacen los acordioneros vallenatos, y seguramente sería un éxito, pues con la solas familias de nosotros.... llenábamos el estadio, ja, ja, ja, ja, ja.

En nosotros sí influyó Guillenno Buitrago con su anticompás, estilo que es muy difícil para el muchacho principiante, pero yo me le pegaba al anticompás que daba el marcante de Buitrago y aprendí a cantar toda la música de este gran jilguero; y con eso nada más, trabajaba viernes, sábado y domingo.

Cuando yo estaba iniciando alterné con Alberto Rossi en La Voz de las Américas, y recuerdo que yo canté un bambuco, y él interpretó EL ESQUINAZO; también canté en La Voz de Me-deflín.
En ese tiempo las canciones de gran éxito, era las que daban más plata; y las que me dieron más plata en la música parrandera fueron: CHUBACHE PECH, LA CAMA VIEJA, TUS DES­PRECIOS, MI CABANA, LA JAULA y muchas más; pero la que más me dio plata, fue la música grosera.

Con uno de los músicos que más me gustó grabar fue con Leonel Ospina, que era de mi conjunto y nos presentamos en Amagá—su tierra natal—; recuerdo que su primer disco, Leonel lo grabó conmigo, pero después lo buscaron de Silver; incluso cuando ya era famoso volvió a presentarse en Amagá, y me bus­có a mí para que lo acompañara.... y la presentación de ese mu­chacho allá, en ese tiempo, fue la locura.... eso fue una locura; en ese tiempo un artista podía vivir de las presentaciones, sin embar­go esto para mí pasó desapercibido.

Leonel Ospina era un ídolo, y recuerdo que el famoso guita­rrista Pibe Campos, se puso a verlo puntiar con esa velocidad, esa técnica, esa precisión y me decía:

—Ve, me da hasta escalofrío.

Yo era técnico de grabación en Ondina, cuando Gildardo Montoya grabó MARÍA ELENA, EL CHOFER Y LOS BIZ­COCHOS y un poco'e temas que pegaron mucho.

Nino Panlagua, es un hombre leal y era quien tocaba el acor­deón en EL LOCO ROCK AND ROLL, hoy en día es evangélico también, buena gente, super persona; y yo no se hermano, pero las personas que caminan con DIOS, en un cien por ciento, no se ponen viejos, todo les sale bien, no tienen tropiezos, así que Nino es una gran persona, y el acordeón.... lo toca mejor ahora que antes, también le canta a DIOS con un super conjunto; y él le enseñó muchas cosas a Gildardo Montoya en el acordeón. Cuando Gildardo murió a mí me dio muy duro, porque nosotros lo quería­mos mucho, y era una figura que le puso mucha vitalidad a la música parrandera.

La música parrandera en aquel tiempo pegaba más que aho­ra, pues ahora la tienen en un segundo plano; sin embargo cuando llega diciembre, todo mundo vuelve a las guitarras, porque recor­dar es vivir, entonces todos vuelven a la música parrandera vieja.

José A. y Joaquín Bedoya son unos punteros extraordina­rios, pero yo nunca olvido —será porque he hecho tantas graba­ciones con él —a Ricardo González, El Compa Langus, de quien he dicho que es la mejor guitarra que toca toda clase de ritmos; es una eminencia para la guitarra y le acompaña a uno toda clase de melodías, con buen sabor, siente y vive la música; y el otro que está en primer lugar es Leonel Ospina.

En cierta oportunidad yo estaba enfermo y había un turno pa' grabar en discos Silver; Antonio Posada quería que yo le grabara QUE LO DIGA ELLA, pero tal vez por mi enfermedad no lo hice yo y en cambio lo grabó él con extraordinario éxito".
Se dice que todas sus composiciones son de una abuela, la evidencia es que después de la muerte de su abuela, Escalona no volvió nunca más a componer algo que sirviera, la abuela le proporcionaba los temas y el tono y él se la chiflaba a su compadre poncho cotes