Es como si hoy se enfrentaran por la corona Juancho De la Espriella contra Israel Romero. Van a ciegas porque nunca han estado de tú a tú.
Por Rafael Sarmiento Coley, Director
En la noche de la final de mayo de 1968 Alejo Durán no estaba seguro de que sería el primer Rey Vallenato en la historia de este Festival. Sabía de la fama en toda la vieja provincia de Padilla y del Magdalena Grande de Emiliano Zuleta Baquero. Sabía que su compadre y amigo de miles de parrandas Rafael Escalona quería que quedara en la historia del Festival Emiliano Zuleta por siempre y para siempre como el primer ganador.
Era algo así como si hoy se presentaran a competir Juancho De la Espriella e Israel Romero. Saben quién es quién. Conocen sus discos. Sus actuaciones. Pero nunca se han enfrentado de tú a tu. Así eran Alejo y Emilianito en esos tiempos. Conocían de su respectiva fama de boca en boca y por las emisoras. Pero en la tarima estarían a ciegas.
Y Escalona pesaba en la junta organizadora. Y era un peso en oro. Pero no contaba con una tigra que defendería los reglamentos a dentelladas: la Cacica Consuelo Araujo Noguera. Cuando Zuleta no se presentó al tercer llamado porque no se había podido levantar de la hamaca después de tres días con sus noches celebrando el triunfo por anticipado, fue declarado ganador, merecido por cierto, Alejandro Durán Díaz.
Detrás de aquella decisión hubo discusiones, peloteras, controversias, disgustos, enemistades pasajeras. En apariencia, todo pasajero. No tan pasajero. Desde entonces no hay Festival que no tenga grescas, demandas, contrademandas, tutelas.
Valledupar enloqueció con López
El jueves 21 de diciembre de 1967 Alfonso López Michelsen llegó al aeropuerto de Barranquilla en un vuelo comercial. Lo esperaban varios amigos, encabezados por el periodista Juan B. Fernández Renowitzky, quien durante toda la tarde le hizo una entrevista extensa que al día siguiente salió en El Heraldo titulada: “Mañana se posesiona el Gobernador del Cesar y de Macondo”.
Gabriel-García-Márquez-cantando-vallenatos. y escuchan Juan Gossain y Enrique Santos Calderón.López Michelsen siguió a Valledupar en un vuelo privado y se convirtió desde el primer round en el primer contestario regional y nacional, en el mejor gobernador del país, y en el más entusiasta promotor de la cultura vallenata y en la obra de García Márquez, cuya “Cien años de soledad” acababa de sorprender al mundo literario. Por esas calendas escribió: “Gabitología y gabitólogo”. Le contestó a Nacho Vives que tomó como bandera la defensa de la Costa Caribe para atacar a Carlos Lleras, a Fadul y a Peñalosa (el padre del actual candidato presidencial Enrique Peñalosa).
Fue tan contundente López, que Nacho Vives duró largo rato asimilando el golpe que casi lo saca del ring. El Gobernador del Cesar siguió su tarea de motivar por igual a los agricultores, a los ganaderos y a los cultores del folclor de la región.
Mas no podía evitar las intrigas, los codazos y pisones que a sus espaldas se daban los distintos miembros de la junta por imponer sus decisiones.
Exactamente como hoy, 46 años después, cuando los jueces han tenido que dedicarse a estudiar y fallar más de 25 tutelas. La última, que le puso final a la absurda controversia, falló a favor del derecho al trabajo y a la libertad de escoger su entretenimiento (libre desarrollo de la personalidad). En consecuencia, el Alcalde no puede impedir que en el parqueadero del Coliseo “Julio Monsalvo Castilla” se haga una fiesta con los grandes del vallenato, con entrada gratis y licor para todo el mundo. En consecuencia allí estarán el viernes 2 de mayo Carlos Vives, Jorge Oñate, Iván Villazón, Poncho Zuleta y Cocha Molina y Beto Zabaleta.
Esto es política y folclor
La Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata corrió para el sábado tres de mayo la gran final de Acordeonistas Profesionales y Canción Inédita. Como espectáculo de fondo el mano a mano entre Silvestre Dangond y Martín Elías.
Todo este tinglado tiene un trasfondo político. Desde siempre. Y mucho más enconada desde cuando aparecieron los Gnecco en el cuadrilátero político. Salieron con fuerza a enfrentarse al grupo dominante, el de los Araujo Noguera, que contaban con una emisora de enorme sintonía (Radio Guatapurí), puestos escriturados (gerencia de la Lotería, presidencia de la Fundación de la Leyenda Vallenata, distribuidores de licor). Tenían tanto poder que habían logrado prácticamente aniquilar al grupo del excontralor general Aníbal Martínez Zuleta, que inclusive había sido postulado como candidato presidencial.
En 1991 Colombia hizo una nueva Constitución y estableció que, así como ya los alcaldes se escogían por elección popular, del mismo modo se seleccionarían los gobernadores a partir de 1992. En el Cesar compitieron Lucas Gnecco Cerchar vs. Alfonso Campo Soto, un veterano y acatado político conservador que contaba con el apoyo de los Araujo Noguera y con todos los demás grupos y grupitos que deseaban aplastar a los advenedizos “corronchos con plata venidos de Barrancas, La Guajira” (los Gnecco).
Un duro de vencer
Ganó Gnecco. El poder cambió de manos. La soberbia de los Araujo Noguera se duplicó. Quisieron hacer un Festival histórico. Con la presencia de nuevo del Nobel Gabriel García Márquez (había sido jurado en 1983 recién estrenando el Premio Nobel. En esa ocasión los otros miembros del jurado fueron Enrique Santos Calderón, Juan Gossaín, Luis Enrique Martínez y Julián Rojas).
Ganó Álvaro López, de la dinastía de los López, oriundos de la Paz, el pueblito en donde Gabo medio siglo atrás hizo una hermosa crónica en donde fueron protagonistas los juglares López, abuelos y tatarabuelos de los actuales López).
Gabo en 1983 fue jurado al lado de Enrique Santos Calderón, Miguel López, Leandro Díaz y el ministro de Educación Rafael Rivas Posada. Al final ganó Julio Rojas Buendía y López al día siguiente hizo que su esposa Mercedes Barcha lo consiguiera por teléfono para agradecerle por haberlos sacado de un lío. Porque todos los finalistas eran juglares de charreteras. Pero Julio tocó como los reyes y ganó sin discusión.
Siempre montaba su show
En 1992, como la Cacica y compañía se inventaron el cuento de las Bodas de Plata del Festival (apenas cumplía 24 años) e hicieron el boom trayendo de nuevo a López, como figura central, a Gabo nuevamente como jurado al lado de Enrique Santos Calderón, Juan Gossain, Luis Enrique Martínez y Julián Rojas. Hubo modificaciones por montón. Se permitió que ya no fuera el conjunto clásico de caja, guacharaca y acordeón, sino que, si quería, el grupo podía agregarle un cantante. El gran favorito era Álvaro López, quien ni corto ni perezoso le agregó un cantante. Nadie menos que a Jorge Oñate. Y Ganó. No sin que el jurado dejara una constancia por la creciente desfiguración de la esencia del vallenato.
Y mientras los Araujo se saboreaban su Festival, el gobernador Lucas Gnecco se inventó la Gran Coronación del Folclor a figuras que han dejado huellas en el vallenato. Ese año la Gran Cruz y un premio en efectivo fue para Héctor Zuleta (ya fallecido, por lo que los honores los recibieron sus hijos y su mujer), Luis Enrique Martínez, quien fue en muletas, y Samuelito Martínez.
Pero, además, luego de la premiación en la inmensa plaza del barrio Primero de Mayo, tan grande como la Plaza Alfonso López, Gnecco rompió, por primera vez, todos los esquemas del vallenato: hizo un grandioso duelo musical entre Dolcey Gutiérrez, el rey de la música picante, Alfredo Gutiérrez y Aníbal Velásquez. Aquello fue la locura. Las casas discográficas, la cervecería y las licoreras dieron cuantiosos premios, repartieron cerveza y ron gratos. La locura.
O sea que los Daddy Yankee, Don Omar, Juan Luis Guerra y Mark Anthony de ahora no es novedad para las locuras que hacía Lucas Gnecco, el primer gobernador del Cesar por elección popular.
Luego vino la contienda del siglo por la Gobernación. Lucas Gnecco Cerchar vs. Consuelo Araujo Noguera. Durante la campaña se sacaron todos los trapitos al sol. Fue una verdadera guerra verbal, de carteles, de insultos por las emisoras. Todos contra Lucas. Y volvió a ganarles.
Remodeló la plaza del Primero de Mayo especialmente para hacer los eventos paralelos al Festival. Estableció Premios Especiales a valores vivos. Eran reconocimientos en medallas de oro de 18 kilates, placas y plata cantante y sonante. De lo cual disfrutaron Emiliato Zuleta Baquero, Lorenzo Morales, Calixto Ochoa, Eliseo Herrera (quien no pudo asistir porque estaba enfermo y envió a su hijo), y el inolvidable Esteban Montaño Polo, autor de la célebre canción “Por ella” que la han grabado numerosos conjuntos vallenatos y grupos de salsa. Montaño nació en Tasajera, Magdalena (a orillas de la Ciénaga Grande), el 30 de noviembre de 1918 y falleció en Santa Marta el 12 de mayo de 1998).
Hermandad vallenata
La Cacica con Gabo y el rey ya fallecido Rafael Salas entre otrosLa Cacica con Gabo y los reyes ya fallecidos Alejo Duran, Rafael Salas y la Tita Cepeda ,entre otros.
Lucas Gnecco, para restregarle el orgullo a Consuelo (nacida en 1940 y secuestrada y asesinada cobardemente por las Farc en el año 2001), se inventó en 2000 el homenaje La Hermandad Vallenato-Sabanera. Allí se les hizo un merecido reconocimiento a Calixto Ochoa, al rey del trabalenguas, a Eliseo Herrera (quien no pudo asistir, pero envió a un hijo, sargento de la Policía, quien recibió los honores), Adriano Salas, nacido en Colosó y fallecido en Since (Sucre). Fue el primer compositor que se preocupó por la devastación del medio ambiente y por la acción de los depredadores. Le cantó a la naturaleza.
Ya para esos años Consuelo como que presentía la tragedia del final de su brillante periplo vital. En uno de los últimos Festivales que se hicieron en la Plaza Alfonso López la Fundación cursó invitación al entonces Gobernador, Lucas Gnecco Cerchar, para las palabras inaugurales del evento. (A propósito, la tarjeta de invitación la llevó personalmente Cecilia “La Polla” Monsalvo, a quien hacemos llegar nuestra voz de aliento, ahora que enfrenta una dura enfermedad terminal, el terrible Alzheimer ).
Lucas, con su andar de campechano, subió a la tarima. Tomó el micrófono. Dijo que se sentía honrado de haber sido invitado para darle la bienvenida a todos los invitados y finalizó su corto discurso con la histórica frase: “¡Y ahora a bebé y a bebé!”.
Un nuevo duelo
Ahora ya en pleno Siglo XXI, los Gnecco y los Araujo siguen enfrascados en una controversia insensata. Luis Alberto Monsalvo Gnecco, 35 años de edad, el gobernador más joven que ha tenido el Cesar, sobrino de Lucas Gnecco Cerchar ha montado su tinglado en el parqueadero del coliseo. Para enfrentarse a Rodolfo Molina Araujo, hijo de Consuelo.
La historia se repite. ¡En esta esquina, Luis Alberto Monsalvo Gnecco! Y en esta otra ¡El Gran Rodolfo Molina Araujo!. Que gane el mejor. O que todo sea a favor del pueblo, como dice el periodista y escritor Rafael Oñate Rivera, quien ya tiene dos libros listos para la imprenta. Uno sobre El Pollo López y la III versión de Juglares del Vallenato.
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