Por: Pablo Romo Romo
De izquierda a derecha: Niño Rudas, Narciso Martelo, Carlos Martelo, Donald García (cantante) y José Joaquín Martelo. Ciénaga –Magdalena-1959 Nuestros ritmos costeños tienen a unos autores que brillaron con luz propia. Así como el merecumbé fue creado por la genialidad de Pacho Galán, con el concurso rítmico de su percusionista Pompilio Rodríguez, el jalaíto también tuvo una historia similar al unir sus talentos el gran saxofonista y clarinetista piñonero Carlos Arturo Martelo con su paisano Rafael “El Niño” Rudas, conguero por muchos años de la Orquesta de los Hermanos Martelo. Con el propósito de conocer los pormenores musicales de este hecho trascendental en este ritmo de nuestro Caribe, visitamos a este importante percusionista en el barrio Salamanca, municipio de Soledad. Rodeado de recuerdos, representados en muchos pergaminos, fotos de la orquesta, y de una grabadora donde escucha casetes de todo ese repertorio grabado por la famosa agrupación de la que hizo parte, incluidos aquellos jalaítos de su autoría, este hombre curtido en la más bella de las artes se las ingenia para que el olvido no haga mella en sus faenas de músico creador e instrumentista que “rompía cueros” con las congas. -Rafa, cuéntanos la historia del jalaíto.
Ante esta inicial pregunta que le espetamos después del amigable saludo, se queda pensativo, como hilvanando en su pensamiento una respuesta coherente, porque son muchos los años a los que hay que regresar: -“El Jalaíto nació en La Esperanza, uno de los barrios de Santa Marta. Allí, en una casa arrendada vivíamos todos los músicos, corrían los finales de los años 50s. Carlos Martelo y yo estábamos haciendo la siesta, cuando se me vino a la mente un ritmo de pajarito, como los que oía en El Piñón, eso me dio la idea y le dije a Carlos: ¿por qué no hacemos un ritmo nuevo, así como Pacho Galán creó el suyo? A lo que me contestó, con un simple pero decidido: ya está”. El primer Jalaito - Con la seguridad que produce el alivio inicial, tras estar enfrentado a una grabadora, nuestro entrevistado continúa su relato: - “Cogí la tumbadora, y él el saxofón. Con entusiasmo “enganchamos” a ensayar. Yo le solfeaba la melodía y él la tocaba en el saxo, haciendo unas pausas para transcribir en el pentagrama, y yo con mi instrumento haciendo el ritmo.
Así duramos varias horas, acto que repetimos durante muchos días. Hicimos la letra que ya tenía en mente, a la que le dimos forma en el ritmo y la melodía. Carlos Arturo, entonces, me dijo: en los próximos toques incluiremos este tema en el repertorio, después que lo adornemos con un arreglo que invite a ser bailado. Este fue el inicio del primer jalaíto, al que titulé “Jalaíto cheverón”, cuya letra dice así: Se baila Jalaíto/porque es un ritmo sabrosito/ya todo el mundo baila este ritmo jalaíto/nacido en Santa Marta ya se baila en Barranquilla/bailando con las morenas/ huy huy huy me hace cosquilla”.
-En la medida que “El Niño” Rudas avanzaba en su disertación se le notaba una inmensa satisfacción. Sus ojos lo delataban, su mirada era la de una persona alegre porque se le escapaba una leve sonrisa cuando emitía sus palabras. Atentamente lo seguí escuchando: -“Esta grabación la vocalizó Donald García, un muchacho de Barrancabermeja que tenia buena voz y que grabó casi todos los jalaítos con la orquesta”. -A Rafael Rudas Riquett, lo llaman el “Niño Rudas” desde temprana edad en su querida tierra. Es un gran músico, excelente creador y gran compositor, además de la percusión, toca guitarra y el “botellófono”, un instrumento rústico, una especie de marimba, hecho con botellas que contienen agua con distintos niveles que dan la sonoridad a los agudos y graves de la escala musical. Es padre de Rafael Rudas Rangel, saxofonista de la Segunda Brigada del Ejército Nacional y toca con algunas orquestas barranquilleras. Así nació la orquesta de los Martelo -Este singular músico, hecho artísticamente al lado de los hermanos Martelo, nos sigue contando: -“Fui uno de los fundadores de la Orquesta de los Hermanos Martelo, en El Piñón, departamento del Magdalena. Nos iniciamos como una banda. De los hermanos Martelo el mayor, Rafael, fue el primero en aprender música, iniciándose con el trombón. Su maestro fue Rafael Medina, un músico de Rosario de Chengue, corregimiento de Cerro de San Antonio, municipio al sur de El Piñón. Rafael Martelo era inquieto, el sacrificio y empeño que hizo para asistir a sus clases en Chengue era admirable, ya que este pueblo queda distante del nuestro, y fue Rafael Martelo, el que les enseñó a sus hermanos y a mí. Nosotros hicimos una buena “liga” desde el día que me llamó y me dijo que si quería ser músico. Tenía como 15 años”. -Cuando se refiere a sus inicios en la música, lo hace mirando hacia el techo de la casa. Es como si estuviera invocando al cielo aquellos recuerdos que tantas satisfacciones le prodigaron. En El Piñón, para esos tiempos, ser músico de la Orquesta de Los Martelo era todo un honor, marcaba diferencia con el resto de mortales que no eran adinerados.
Pero con la historia narrada por este percusionista y compositor: -“A principio y mitad del siglo pasado, los pueblos costeños se esmeraban por tener sus bandas musicales. Pueblo que no la tuviera para las alboradas, las retretas, para acompañarlas procesiones religiosas, era un pueblo incompleto culturalmente. El que tocaba el redoblante, citaba en la convocatoria al pueblo para leer los bandos a los alcaldes de turno. Así ocurría en El Piñón. Estos esfuerzos eran apoyados por los ricos de estos pueblos y la expectativa de los jóvenes en aprender este arte era inmensa. El Piñón, también hace parte de estas historias. Las familias pudientes, las de los Caballero y los Zambrano donaron los primeros instrumentos y el profesor de música de los futuros músicos piñoneros fue el maestro Cándido Tejeda, padre del profesor Arnold Tejeda Valencia, que también hace parte, como tú, de Cirdamayer. El apoyo de parte de los padres de Los Hermanos Martelo, Emiliano y María Francisca, fue decisivo para que sus hijos llegaran a ser los artistas que fueron. El origen del apellido Martelo proviene de la región de Bolívar Grande, hoy una parte es el departamento de Sucre. De allá llegó a El Piñón, procedente de Sampués, el viejo Emiliano Martelo, que también trabajó en la época de oro de la Zona Bananera, en el Magdalena”.
Cándido Tejeda - Aquí debo hacer una pausa obligada en esta entrevista para referirme al maestro Cándido Tejeda, quien tuvo también una intensa y provechosa vida como músico. Nacido en Campo de la Cruz, se hizo saxofonista y clarinetista guiado por el también músico campero Oscarito De Vega, hermano del señor Isaac De Vega, muy conocido en El Piñón por haber sido el enfermero que atendió por más de 50 años a sus pobladores. El maestro Cándido, como siempre se le llamó, hizo parte de la Banda Municipal de Campo de la Cruz, en los años 20s. Él enseñaba a sus alumnos los instrumentos que escogían, pues sabía muy bien los secretos de cada uno de ellos. Después de su labor profesional en El Piñón, se dedicó a enseñar música en varios municipios del departamento del Atlántico, llegando a ser clarinetista y flautista de la Banda Departamental de la Policía entre 1944 y 1949, cuando fue dirigida por el maestro Alejandro Barranco.
Estando en esa importante Banda, el maestro Cándido perfeccionó sus conocimientos con el italiano Pedro Biava en La Escuela de Bellas Artes, ya que este músico dominaba muy bien el clarinete. - “El Niño” Rudas, agrega más datos sobre la importancia de Tejeda en la formación de los músicos de la región: - “En El Piñón en la década del 40 del siglo pasado, después de donado los instrumentos por los mecenas piñoneros, se da inicio a la organización , conformación y enseñanza de los músicos por parte del maestro Cándido Tejeda, que conformó lo que llamaban la Banda del Barrio Abajo, cuya plantilla básica era: Joaquín Bolaño, Ángel Vizcaíno y Miguel Carranza, trompetas; Eusebio Ortega, Miguel Carranza y Juan Domínguez, trombones; Carlos Carranza, Gabriel “Cuca” Vizcaíno, bombardinos; José Zenón Romo, padre del autor de esta nota, clarinete; José Isabel “El mocha” Rangel, redoblante; Florentino Rangel, el bombo; José Manuel Ospina, la tuba o marcante y José Ardiano Rangel, los platillos, que alternaba con Martin Romo, quien además vocalizaba. Esta banda recorrió toda la zona cumpliendo compromisos en las fiestas patronales de pueblos y corregimientos”. Los Martelo hacen lo propio - El relato que nos hace “El Niño” Rudas es importante por sus apreciaciones históricas, me parece que nunca antes se habían publicado detalladamente datos como estos. - “De esa “fiebre” por las bandas, El Piñón no era ajeno. Así como el maestro Tejeda reclutó como cuarenta aspirantes a músicos, los Martelo también hicieron lo propio y decidieron conformar otra banda que la llamaron “29 de Abril”, con la dirección de Rafael Martelo, saxo tenor, Carlos Martelo, saxo soprano, Narciso Martelo y José Catalino Medina, trompetas, Emilianito Martelo, trombón, José Joaquín Martelo, bombardino, José Zenón Romo, clarinete, Julio Figueroa, banjo, instrumento exótico para la época, Rafael Rudas, redoblante, Fidel ”Traganíquel” Polo, bombo y vocalista, Martin Romo, platillos. Carlos y Rafael Martelo, también hicieron parte de la Banda Departamental del Magdalena”. -No todo fue fácil en ese largo camino de constitución de la orquesta, muchas peripecias tuvieron que sortear estos hombres para consolidarse como músicos: - “Cuando comenzamos en El Piñón, la Banda del Barrio Abajo fue bautizada como “La colita” porque sus músicos, al combinar este arte con la agricultura u otros oficios, muchas veces no tocaba completa. Así que cuando faltaba un trompetista “importaban” de Salamina a Edrulfo Polo, la futura estrella de Pedro Laza y Sus Pelayeros. Mientras tanto nosotros, como la “Banda 29 de Abril”, cumplíamos los compromisos por toda la región. Nos tocaba duro. Para transportarnos y cumplir con los toque por los pueblos y corregimientos, nos íbamos en burro. De El Piñón a Carreto o a Cantagallar que queda como a l0 leguas durábamos de 6 a 8 horas. Nuestros equipajes lo conformaban una bolsa de manigueta, una hamaca y dos mudas de ropa. Hasta Sampués íbamos a tocar en las fiestas de San Agatón, el patrón del pueblo del papá de los Martelo”. -Definitivamente, la convicción y el amor por la música de estos hombres históricos los hicieron héroes. En esos tiempos, nada se conseguía sin el necesario sacrificio. Una vez más, sigamos a Rudas: -“De Banda conocida por toda la región, comenzamos a organizarnos como orquesta, visionando un futuro artístico y es cuando partimos hacia Santa Marta, donde hicimos la historia ya conocida. Entran otros músicos, ya que los que se iniciaron en El Piñón la nostalgia y las raíces no los dejaron emigrar.
Únicamente este servidor tuvo ese atrevimiento, ya que era el percusionista oficial. Muchos años después, la orquesta se establece en Medellín, iniciando una nueva etapa en su desarrollo musical con otros músicos de mucha calidad. En su última etapa, la orquesta se asienta en Barranquilla, donde fue agrupación de planta del Country Club. Ya no hacía parte de esa nomina, ya que me ofrecieron un trabajo como empleado público en El Piñón, así me logré pensionar”. -Para finalizar, simplemente le agrego a esta entrevista que el jalaíto hace parte de los tantos ritmos creados después del merecumbé, y “primo” del chiquichá, el tuqui tuqui, el mece mece, la macumba y otros, que las orquestas y conjuntos de la época de oro de la música costeña grabaron. Es así como la Sonora Cordobesa , Rufo Garrido, Calixto Ochoa y su Charanga tienen números grabados en este ritmo, como:“Jalaíto moreno”, “Jalaíto sabroson”, “Jalaíto jalaíto”, “Jalaíto en Bogotá”, “Dame un besito”, ”Monterianita”, “Jalaíto internacional”. Los Blanco de Venezuela también grabaron Jalaítos.
Nuestro personaje tiene composiciones inéditas en casi todos los ritmos colombianos, desde pasillos, marchas, porros, cumbias hasta vallenatos. Conformó, algunos grupos musicales, entre otros, uno de formato corralero, que bautizó Conjunto ARA. Nos manifestó, además, que: “Tengo más de 30 canciones esperando qué hacer con ellas. Con Néstor Ariza Ibáñez, otro gran cantante y compositor piñonero, ya fallecido, hacemos parte de esa “catajarria” de compositores que se dan silvestres, y que hemos sido ignorados, termina diciendo.
Hoy Rafael Rudas Riquett pasa su vida disfrutando de su merecida pensión al lado de doña Nacha Rangel, su esposa, al cumplir este derecho con la empresa Empomag, en la cual laboró como administrador de la planta eléctrica de El Piñón durante 22 años. Ha recibido varios homenajes en vida, sobre todo en su pueblo natal, donde valoran y saben su importancia en el engranaje de la Orquesta de los Hermanos Martelo, a la que perteneció durante más de 10 años.