Recordando a La Sonora Cabecenido

Recordando a La Sonora Cabecenido

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Recordando a La Sonora Cabecenido
« : Enero 27, 2017, 01:35:52 pm »
Por: Sergio Santana Archbold




 
es lamentable el desconocimiento que se tiene en nuestro medio y en países cercanos como Venezuela, Panamá, Ecuador y Perú, a donde llegaron sus discos, de la Sonora Cabecenido, fundada en los años cincuenta por Edmundo Arias. Su sonido, muy cercano a la Sonora Matancera y al Conjunto Casino, era potente con invitación indiscutible al baile. Los arreglos eran vigorosos, y sus grabaciones se nutrían de composiciones originales en su mayoría.

El creador
Edmundo Arias Valencia, músico y compositor, nació en Tuluá, Valle del Cauca, el 5 de noviembre de 1924, fue ejecutante de muchos instrumentos como guitarra, bajo, bandola, tiple, clarinete y saxofón. En 1948 tocaba el bajo y dirigía una pequeña banda en el Hotel Estación de Buenaventura,allí se empapó de la música de Pérez Prado, Benny Moré, la Sonora Matancera… hasta que se marchó a Medellín porque allá estaban las disqueras. Su padre, Joaquín Arias Cardoza, director de las bandas de los municipios de Tuluá, Roldanillo, Zarzal, Belén de Umbría, Ansermanuevo, Andalucía y Pereira, lo había iniciado en los estudios musicales. Arias Cardoza, compuso obras tan conocidas como los bambucos “Los sauces” y “Mi cafetal”, además del pasillo “Amalia” y “No hay como mi morena”, entre otros.

Edmundo a los once años formaba parte del Conjunto Arias, con el que actuó en diferentes emisoras de Cali. Con sus hermanos formó agrupaciones y se presentaban en emisoras de Pereira realizando algunas grabaciones para el sello Rico. También pertenecieron a una orquesta que se llamó Ritmo Tropical. En 1951 llegó a Medellín, comenzó a trabajar con la orquesta de Alex Acosta. Después dirigió diferentes agrupaciones de música andina (estudiantinas) y tropical, y trabajó para varias casas disqueras, entre ellas Zeida, Sonolux, Silver y Ondina. Dirigió el Quinteto Melódico para grabar foxes, la Estudiantina Patria Colombiana, la Estudiantina Zeida y la Estudiantina Sonolux para grabaciones de pasillos y bambucos. Sus amigos músicos en Medellín lo apodaron “Cabeza de nido” o simplemente “Cabecenido” por las “lanas” que adornaban su cabeza, por la incipiente calvicie que se empezó a asomar en su coronilla, mientras que en el resto de la cabeza lucía una espesa cabellera de un gris prematuro semejando el nido de un pájaro, hasta que se decidió a llevar el pelo cortado al rapé. De ahí deriva el nombre de la "Sonora Cabecenido".

Discos Zeida
Zeida fue el primer sello que tuvo la Compañía Colombiana de Discos, Codiscos. Su nombre proviene del nombre de su propietario, Alfredo Díez, escrito al revés. Fundada en Medellín el primero de julio de 1950, pero se formalizaría el mes de marzo de 1954, fecha en la que los hermanos Alfredo, Horacio y Alberto Díez Montoya, constituyeron una sociedad comercial de responsabilidad limitada: la Compañía Colombiana de Discos Limitada “Codiscos” Sus estudios estaban en Junín con Ayacucho. Entre sus artistas estaban: los Pamperos, Oscar Agudelo, Alci Acosta, Julio Jaramillo, Los Teen Agers, Jaime Llano González, el Dueto de Antaño, Alfredo Rolando Ortiz, entre otros. Posteriormente, en la siguiente década, crearon el sello Costeño para grabar solamente música tropical colombiana. Edmundo Arias comenzó a pertenecer a Zeida recién llegado a Medellín cuando se puso al frente de la Estudiantina Zeida para grabaciones de música del interior del país: pasillos y bambucos. Allí mismo organizó una orquesta y un conjunto que llevaban su nombre para grabaciones de cumbias, porros y gaitas.

La Matancera en Medellín
La Sonora Matancera fue la gran influencia de la Sonora Cabecenido, fue el referente que tuvo Edmundo Arias para su agrupación, con la diferencia que su sonora estaba organizada para tres trompetas, además su fuerte sería la guaracha y unos pocos boleros. La Matancera se dio a conocer en Medellín por sus grabaciones para el sello Panart y luego en la siguiente década cuando sonaban las del sello neoyorkino Seeco, que eran escuchadas por las emisoras habaneras que claramente se oían en onda larga y corta. Los discos de 78 rpm prensados en Colombia hicieron el resto… El sello disquero más reconocido para las grabaciones de la Sonora Matancera fue Discos Fuentes, antes los discos de la Matancera eran prensados por Discos Tropical, de Emilio Fortou Pereira, que llegaban de Barranquilla; por Codiscos y Sonolux. Discos Fuentes instalada en Medellín desde 1954 y 20 años después de su creación en Cartagena colaboró n o t a b l e m e n t e con la difusión de los discos de la Matancera al adquirir de la compañía Seeco la licencia para prensar y distribuir las grabaciones para Colombia y otros países suramericanos. La fiebre matancera en Medellín se contagió por las sábanas de la radiodifusión. Desde finales de la década de los años cuarenta, varias emisoras locales programaban con regularidad boleros y guarachas de la Matancera. Un programa de radio, «La hora costeña», en Radio Claridad, los domingos por la mañana, desde 1949 y por muchos años presentada por el locutor costeño Eduardo Villalba, fue la culpable de esa acogida que se acrecentó con sus presentaciones en radioteatros y clubes. El 11 de febrero de 1955 debutó en el escenario del Teatro Junín, en el corazón de Medellín, la Sonora Matancera. Ese día se presentaron en un baile de gala en el Club Unión en homenaje a Gonzalo Mejía, uno de los capitanes de industria en Antioquia, fundador de la aviación nacional, pionero de la cinematografía colombiana y gestor de la llamada carretera a Urabá. La Sonora había debutado en el país la víspera de ese 11 de febrero, en Barranquilla, en carnaval y llegaba para una extendida temporada en Colombia. En la capital del Atlántico se presentaron en el estadio Tomás Suri Salcedo –hoy Elías Chewing- en un evento organizado por la Cadena Radial del Caribe y, luego en el club nocturno Chop Suey. La primera visita incluía a sus cantantes estelares, la cubana Celia Cruz y el dominicano Alberto Beltrán. El debut de la Sonora en Medellín incluyó en la programación a la vocalista Imperio Argentina, la orquesta de Luis Rovira, el tenor mexicano Mario Alberto Rodríguez, el guitarrista Esteban de San Juan, el poeta y declamador Ángel Pericel y al humorista Guillermo Zuluaga Montecristo. En su presentación, Beltrán interpretó los éxitos Aunque me cueste la vida, Todo me gusta de ti y El negrito del batey. Por su parte, Celia cantó Burundanga, Ritmo tambó y flores, Cao cao maní picao y Tatalibabá, entre otros En la última semana de julio de ese año y para las pre-fiestas del Club Campestre regresó a Medellín la Matancera, alternando con el dúo de las Hermanas Lago, René Cabel y la orquesta de planta del club: Lucho Bermúdez. Desde entonces regresaron un número incierto de ocasiones para corresponder al cariño prontamente cultivado en estos solares.

Sonora Cabecenido
Fue idea de Edmundo Arias en 1953 la de conformar una sonora -conjunto de dos trompetas, piano, bajo, timbalitos y tumbadora- para competir en el mercado local con las grabaciones de la Sonora Matancera, y dar a conocer todo el bagaje que había adquirido en Buenaventura y en Zarzal con las orquestas cubanas que oía en la radio. Pero lo suyo era la guaracha y había que buscarlo con una sonora. La sonora de Arias fue la primera agrupación de este tipo y con ese nombre que se organizó en Medellín, aunque como nos cuenta Alberto Burgos en esos años existía una agrupación que se llamaba Los Chiviricos, formado por empleados y trabajadores de la textilera Tejicondor, que se especializó en tocar la música de la Matancera sin ser estrictamente una sonora.

Posteriormente Los Chiviricos pasó a llamarse Orquesta Antillana Club y siguieron con la misma propuesta musical  En el país ya existían sonoras como la Sonora del Caribe, fundada por César Pompeyo en Barranquilla en 1951, junto a su hermano Alfredo, constituyéndose en la primera que se organizó en el país. Acompañaron a Celio González, Daniel Santos -con ellos grabó El 5 y 6-, Bienvenido Granda en presentaciones en Barranquilla y en gira nacional, lo mismo con Alberto Beltrán, Miguelito Valdés y a la inmensa vocalista azteca Toña La Negra. En el barrio Obrero de Cali, en 1952, se creó la Sonora Juventud fundada por los primos Córdoba: James Córdoba, Hernando Varela Córdoba y Armando Córdoba. Tocaban música cubana y solían acompañar al cantante Chepito Giraldo, aunque nunca realizó grabaciones con esta agrupación. Acompañaron durante muchos años a Tito Cortés y a Daniel Santos en sus primeras presentaciones en Cali. En Cartagena existió, también en 1952, la Sonora Pelayera, organizado por los directivos de Discos Fuentes con Pedro Laza y poco tiempo después pasó a denominarse Pedro Laza y sus Pelayeros, en homenaje a la población de San Pelayo, cuna de porros y fandangos que para el momento se perfilaba como la anhelada música nacional. La Sonora Cabecenido apareció en 1953 como una agrupación estrictamente de grabación de guarachas y boleros. No era una agrupación con músicos fijos, la mayoría de las veces eran músicos de la orquesta de Lucho Bermúdez, o de otra que estuviera disponible. En la única fotografía que se conoce de la Sonora Cabecenido aparecen los trompetistas Alfredo Pompeyo Tarzán, su hermano César Pompeyo ambos fundadores de la Sonora del Caribe- y Armando Galán hijo de Pacho Galán, el pianista Juancho Vargas -de la agrupación de Bermúdez-, Diablo Valencia, el bajista Félix Guerrero, Cristóbal Pérez, el bongosero Platanito Caballero, Luis Morales, Mercado, Alí Pérez y el conguero Jairo Gómez. Una sonora de 15 integrantes que participaron en grabaciones hacia el año 1955.

La primera grabación de la Sonora Cabecenido serían las guarachas No me busques y Juan Torero, cantados por Bobby Ruiz.

Cantantes oficiales El cantante cartagenero Bobby Ruiz -Rafael Enrique Ruiz Romero, Cartagena, 1926-, sería el primer vocalista de la Sonora Cabecenido, y además el más reconocible e importante de los varios que grabaron con ellos. El 50% de las grabaciones de la Sonora corresponden a Bobby Ruiz.

Inició como vocalista siendo un niño en su natal Cartagena como integrante de una orquesta que tocaba en un cabaret del barrio Tesca, la zona de tolerancia de la ciudad. Pasó luego a Barranquilla, hacia 1944, y cantó con la orquesta del cubano Armando Cartaya en sitios populares de baile como El Carioca y el Jardín Águila. En 1948 con Discos Fuentes de Cartagena hace sus primeras grabaciones entre ellos El clarinete de Simón y La mano descompuesta. En la siguiente década se desplazó a Medellín y es contactado por Edmundo Arias que tiene en proyecto unas grabaciones con su Sonora.

A mediados de la década del cincuenta pasó a ser el cantante oficial de la orquesta de Lucho Bermúdez, pero continuó grabado con la Sonora Cabecenido ya que Lucho le daba toda la libertad a sus músicos para que participaran en proyectos con otras orquestas y sellos disqueros, además entre Arias y Bermúdez existía una amistad sólida y fraternal. Bobby ingresó a la orquesta de Lucho Bermúdez en reemplazo de John Bolívar, donde ya estaba instalada Matilde Díaz. El dúo de Bobby y Matilde fue fundamental para el éxito de la orquesta, ellos grabaron los mayores éxitos de la década del cincuenta de la orquesta. Estuvo con la orquesta de Bermúdez hasta mediados de la década del sesenta, en que se marchó para Miami y allí formó una orquesta de salsa. Otros cantantes que grabaron con la Sonora Cabecenido fueron Raúl López, Judith Arboleda, Consuelo Pérez, Teresita Collazos, Bobby Garzón, Enrique Aguilar, Lucha López y Tito Cortés. De este último sólo conocemos una grabación, por cierto muy exitosa: la guaracha Lola. En los coros participó en muchas grabaciones el valluno Chepito Giraldo. Para 1956 ya no existía la Sonora Cabecenido, el nuevo proyecto de Edmundo Arias se llamó la Sonora Antillana con el que Bienvenido Granda grabó 10 boleros con Miénteme, Háblame y júrame, Besos de hada y Dolor de ausencia, entre otros. En ese entonces Edmundo grababa con el sello discográfico Silver. La Sonora Cabecenido dejó su huella, con los años se perdió su estela, y poco o nada se habla de ella en nuestros días.
Se dice que todas sus composiciones son de una abuela, la evidencia es que después de la muerte de su abuela, Escalona no volvió nunca más a componer algo que sirviera, la abuela le proporcionaba los temas y el tono y él se la chiflaba a su compadre poncho cotes